El guardaespaldas se llama Cheech, y Chazz Palminteri lo interpreta con una nota amenazante combinada con una inteligencia natural. No es un dramaturgo. Apenas ha visto una habitación antes. Pero mientras se sienta allí día tras día, viendo a los actores luchar con líneas indescriptibles e ideas imposibles de reproducir, puede ver lo que está mal. Demonios, cualquiera podría.
El giro que involucra al guardaespaldas es lo que hace que «Bullets Over Broadway» sea más de lo que podría haber sido, una comedia divertida pero rutinaria entre bastidores. Allen sigue la lógica simple de este personaje hasta que conduce a un momento que es a la vez impactante e increíblemente divertido; cuando vi la película, el público se echó a reír, porque se rompían tabúes a pesar de que se seguía una lógica inexorable.
El elenco de Allen recrea algo de la misma locura que siempre se asoció con Broadway a fines de la década de 1920, cuando las debilidades de cada noche se repitieron al día siguiente en la Mesa Redonda de Algonquin. John Cusack interpreta a David Shayne, el dramaturgo, como un joven terriblemente serio que, sin embargo, está alegremente dispuesto a comprometer su arte por el éxito. Es el objetivo de un intento de seducir a Helen Sinclair (Dianne Wiest), una estrella en decadencia con problemas con la bebida, a la que le encanta hablar de su papel mientras beben.
(En un bar clandestino, pide dos martinis. Él se siente halagado de que ella sepa lo que bebe, hasta que ella explica que ambos martinis son para ella). Puede conseguirlo.
Está el protagonista Warner Purcell, por ejemplo, interpretado por Jim Broadbent como un hombre con graves trastornos alimentarios y románticos. Comienza por consumir solo agua caliente «con un poco de limón» y termina comiendo lo que tenga a la vista, hinchándose en proporciones alarmantes mientras se enamora peligrosamente de la hija del gángster. Y está Eden Brent (Tracey Ullman), ruidosa, confiada y siempre tarde («Mi pedicura tuvo un derrame cerebral»). Y, por supuesto, la estridente y espectacularmente sin talento Olive Neal (Jennifer Tilly), la armadora, cuya presencia en el escenario es un serio obstáculo para cualquier escena.