Una vez que Hitler entra en escena, «Munich â The Edge of War» inevitablemente coquetea con el viejo experimento mental de si retrocederĂas o no en el tiempo para matar a un genocida fascista. La respuesta templada y altamente calificada de esta pelĂcula no solo es desgarradora, sino que tambiĂ©n estĂĄ construida de tal manera que, incluso cuando la pelĂcula no es una especie de fan-fiction histĂłrica sofocante, todavĂa se presenta con una cinematografĂa deslucida, diĂĄlogos lentos, drama insistente y artificial. . giros «Munich â The Edge of War» seguirĂa siendo carente de encanto y prolongado incluso si sus sĂșplicas de tolerancia hasta el final no fueran hechas por educados gentiles que reflexionan constantemente sobre sus responsabilidades con su paĂs (como sea que se defina), sin dirigirse a los judĂos. amenazado, satanizado y luego exterminado por los nazis.
Pero se podrĂa decir que ese fue un momento diferente, incluso antes de ver el flashback introductorio de la pelĂcula: nos unimos a tres compañeros de la Universidad de Oxford en 1932 mientras beben champĂĄn, miran fuegos artificiales y proclaman su «generaciĂłn loca». Es el final de una era para estos niños, ya que su acogedora burbuja estĂĄ a punto de estallar. El orgulloso trasplante alemĂĄn Paul (Jannis Niewöhner) grita sobre la «identidad» alemana a su indiferente amigo britĂĄnico Hugh (George MacKay) y su futura ex novia Lenya (Liv Lisa Fries). Seis años mĂĄs tarde, Paul, que ahora trabaja en la oficina del servicio exterior alemĂĄn, planea en secreto exponer a Hitler con sus colegas, mientras que Hugh, un secretario del Ministerio de Relaciones Exteriores britĂĄnico, se vincula y eventualmente trata de asesorar a Chamberlain sobre cĂłmo negociar con Herr Hitler.
La mayorĂa de los giros de la trama en «Munich â The Edge of War» sirven para frustrar las expectativas de los espectadores y rara vez de manera productiva. Hay un suspenso apasionante cada vez que Hugh intenta mostrarle al primer ministro informaciĂłn vital, incluido un documento de alto secreto que revela las verdaderas intenciones de Hitler. TambiĂ©n hay algunas escenas entretenidas en las que Irons tiene la corte y, mientras estĂĄ en el personaje, le da repetidamente a Hugh lo que Chamberain, en una escena posterior, llama «una lecciĂłn sobre la realidad polĂtica».
Pero, en tĂ©rminos generales, la trama y las caracterizaciones de «Munich â The Edge of War» estĂĄn definidas por una especie de contrariedad acadĂ©mica. Por ejemplo: Paul comienza como un nacionalista de cartas, pero pronto se convierte en un activista antifascista. Y aunque los judĂos se representan en algunas escenas simbĂłlicas, su destino nunca se contempla realmente porque, de nuevo, los protagonistas de la pelĂcula son todos muy goyish.