Es una película poco común de la Segunda Guerra Mundial que no involucra a estadounidenses. Tiene lugar en el otoño de 1942, en Stalingrado, durante el insensato ataque de Hitler a la Unión Soviética. Al principio, parecía que los alemanes iban a derrocar la dura resistencia de Rusia, pero finalmente la terquedad de los soviéticos combinada con las brutales condiciones climáticas y los problemas de la línea de suministro para entregar a Hitler una aplastante derrota y, muchos creen, cambiar el rumbo de la guerra.
Vemos la desesperación inicial de la causa soviética en las tomas de soldados rusos aterrorizados que intentan cruzar un río y aterrizar frente a un fuego devastador. Se les ordena cargar contra los alemanes a través de la tierra de nadie expuesta, y cuando la mitad muere y el resto hace retroceder, sus propios oficiales los empujan como cobardes. Es una secuencia sostenida tan desgarradora, a su manera, como la obra de Steven Spielberg.
Destaca uno de los rusos. Su nombre es Vasily (Jude Law), y sabemos por las imágenes del título que es un Pastor de los Urales, cuya puntería se aprendió matando lobos que se alimentaban de su rebaño. En el fragor del momento, mata a cinco alemanes y Danilov (Joseph Fiennes), el oficial político asignado a su unidad, lo nota. A medida que la moral de Rusia cae, Danilov imprime un folleto alabando al heroico pastor.
Aprendemos que Vassili es un buen tirador, pero tiene poca confianza en sus propias habilidades (en la secuencia de apertura, tiene una bala para usar contra un lobo y falla). Danilov lo anima, y mientras las líneas de batalla se solidifican y ambos bandos se posicionan, Vassili continúa atacando a los alemanes y desempeñando el papel de propaganda de Danilov. Incluso Nikita Khrushchev (Bob Hoskins, que se parece inquietantemente al auténtico), el jefe de defensa soviético de Stalingrado, elogia al chico y la estrategia publicitaria.
A medida que la resolución alemana flaquea, traen a su mejor francotirador, un francotirador llamado Konig (Ed Harris), un aristócrata bávaro que en tiempos de paz dispara ciervos. Es mayor, con cara de halcón, ojos claros, un profesional. Su misión es matar a Vassili y acabar con la propaganda. «¿Cómo lo vas a encontrar?» él ha preguntado. «Le pediré que me encuentre». El corazón de la película es el duelo entre los dos hombres, que se desarrolla en un paisaje urbano devastado por fábricas bombardeadas y escombros. La guerra pasa a un segundo plano cuando los dos hombres, que nunca se han visto claramente, se llevan tácitamente bien en su campo de batalla. El director, Jean-Jacques Annaud, deja clara la geografía: los espacios abiertos, las sombras, los tubos huecos que permiten pasar de un punto a otro.