El tono lo es todo en esta película; no se trata tanto de lo que dice la gente como de cómo lo dice y por qué. Considere este diálogo:
Peg: «¿Vienes a la cama?»
Eugene: «Ahora no. Estoy buscando algo. Mi cabeza Phillips».
Eso es exactamente. Un cierto tipo de persona (mi padre era uno) encuentra un destornillador Phillips más fácil de perder que casi todo lo demás. Así que ahora espera hasta que sea más tarde esa noche y mira a Eugene en la cocina. Mira en el frigorífico y luego dice: «¿Dónde estaría yo si fuera un destornillador?»
Si hace esto bien, también hará todo lo demás. Y aquí hay otro diálogo que resuena con claridad y verdad:
Ashley a Johnny: «Dios te ama como eres, pero te ama demasiado para dejarte permanecer así».
Peg, sin aliento en un baby shower, después de que la nueva esposa de su hijo le diera a su nuera una cuchara de plata: «No va al lavavajillas».
¿Quienes son esas personas? La historia comienza en Chicago, donde un comerciante de arte llamado Madeleine (Embeth Davidtz) tiene una ventaja para Jesse Jackson Jr. En el evento, conoce a George (Alessandro Nivola), se enamoran y se casan. Su familia de Carolina del Norte está invitada pero no asiste. Seis meses después, se entera de la existencia de un artista popular llamado David Wark (Frank Hoyt Taylor) que vive cerca de la familia de George en el área de Winston-Salem. Deciden matar dos pájaros de un tiro: ella registrará al artista y conocerá a la familia.
Aquí está la familia que conoce: Peg (Celia Weston) es la matriarca, que critica a todos, reconsidera cada decisión y nunca se equivoca, según ella. Eugene (Scott Wilson) es su esposo, que se ha retirado a un profundo silencio y una presencia oscura, y pasa muchas horas en su rincón de tallado en madera en el sótano. Johnny (Ben McKenzie) es el hermano menor de George, recién casado con su novia de la escuela secundaria, Ashley (Amy Adams). Está embarazada.
Cuando llegan George y Madeleine, Ashley está a punto de dar a luz. Johnny responde a eso, como todo, retirándose, sin hablar con nadie, trabajando debajo de su auto en el garaje. Ashley, por otro lado, siempre es habladora; es un alma buena, alegre, optimista, solidaria. Las cuatro personas de esta casa están tan concentradas en sus roles que la llegada de los habitantes de Chicago es como una bomba.