Que de Series Peliculas Kumiko, el cazador de tesoros (2015) reseña de la película

Kumiko, el cazador de tesoros (2015) reseña de la película

En los primeros cuarenta minutos de la película, los realizadores utilizan medios relativamente convencionales para transmitir la tristeza del estado depresivo y la vida sin rumbo de Kumiko. Un disfraz superficial de jefe, una reunión en la calle con un amigo demasiado alegre de una época anterior en la vida de Kumiko, una llamada telefónica de acoso de la madre de Kumiko. Una serie de fracturas en la vida, incluida una ruptura incómoda y, en última instancia, mordaz con el conejito antes mencionado, ha llevado a Kumiko a un viaje a los Estados Unidos, donde se aplican ideas relativamente convencionales de excentricidad a varios personajes estadounidenses, comenzando desde el aeropuerto de Minnesota. donde Kumiko, que apenas habla inglés, es acosada por una extraña pareja de «asesores turísticos» (Nathan Zellner y Brad Prather) que también son prosélitos religiosos. Mientras se embarca en el clima helado, condiciones que hacen que la película «Fargo» se parezca más a «Atrapar a un ladrón», Kumiko conoce a una gran cantidad de personas solitarias, incluida una mujer mayor, que intenta interesarlo en la película de James. Clavell. «Shogun», un conductor de autobús que se disculpa porque su síndrome del túnel carpiano le impide cambiar de apartamento, y un policía comprensivo (David Zellner) que intenta convencerla de que «Fargo» no es en realidad una película, aunque considera el lejana posibilidad de iniciar algún tipo de romance con él.

La película intenta compensar un poco la familiaridad de estos personajes mostrando paciencia real en su presentación, la estrategia es mostrar el personaje conmovedor detrás de la rareza. Los resultados son mixtos; Creo que cualquier espectador que no se aferre de inmediato a la cosmovisión de esta película la encontrará helada en lugar de una exploración compasiva. El recorrido de la película por el territorio Lynchiano para el final de la película también es potencialmente alienante. No suena cruel, precisamente, pero hay al menos una sensación de escape en el trabajo. En la columna más, la película está bellamente compuesta y filmada, con muchas imágenes ingeniosamente evocadoras (me impresionó particularmente la representación de un avión descongelando como una especie de paisaje helado del infierno). Y finalmente, la actuación de Kikuchi, que es una maravilla de concentración y destreza. Siempre tan hermosa, sin embargo, ha vaciado su mirada de toda coquetería, dotando a su personaje de una cualidad angustiada que, como dice el refrán, le grita hasta los huesos de la cara.
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