María (Catalina Sandino Moreno) es explotada por el narcotráfico, pero ve una oportunidad. Llega su mejor amiga Blanca (Yenny Paola Vega), y reciben un consejo de Lucy (Giulied Lopez), que una vez fue mula; es una forma de visitar a su hermana en Nueva York.
En el aeropuerto Kennedy, los funcionarios de aduanas no nacieron ayer y consideran que las niñas son sospechosas obvias, pero María no puede ser sometida a rayos X porque está embarazada. Las chicas pasan a hurtadillas y entran en contacto con dos trabajadores de la droga insensatos cuyo trabajo es vigilarlas mientras emergen los paquetes de drogas. Pero Lucy se siente mal. Un paquete se rompió en su estómago y pronto murió de una sobredosis. Su cuerpo es arrojado con rudeza por los dos trabajadores; su muerte no es más que un costo de hacer negocios.
María es víctima de presiones económicas, pero no piensa como víctima. Tiene coraje e inteligencia y puede pensar con rapidez, y la película sabiamente evita los clichés habituales de los cárteles de la droga y, en cambio, nos muestra una operación de importación bastante mala, dirigida por gente más cobarde que mala. Aquí hay una película de drogas sin ametralladoras ni persecuciones. Se centra en su historia humana, y en Catalina Sandino Moreno, encuentra una actriz carismática de ojos brillantes que atrae nuestra simpatía.
La historia de la realización de la película es notable. Fue filmado con un presupuesto independiente por Joshua Marston, un director estadounidense por primera vez de unos 30 años, quien encontró a Moreno en una audición, en su mayoría elegidos extraños y usó personas reales en algunos roles, sobre todo Orlando Tobin, quien tanto en la vida como en la película opera desde un escaparate de Queens, actuando como intermediario y asesor de los inmigrantes colombianos necesitados.
La película tiene la frescura y la urgencia de la vida que realmente está sucediendo. Hay poca sensación de que una trama se esté desmoronando; En cambio, María toma este mundo como lo encuentra y usa el sentido común para tratar de sobrevivir. Ella toma una decisión crucial que una película más pequeña habría pasado por alto; va a buscar a la hermana a la que Lucy ha venido a visitar.
Aprendí del artículo de LA Weekly de Ella Taylor que uno de los directores favoritos de Marston es Ken Loach, el poeta obrero británico. Como Loach, Marston ha hecho una película que comprende y acepta la pobreza sin sentir la necesidad de romantizarla o exagerarla. Al igual que Loach, nos muestra cómo suceden cosas malas debido a los sistemas económicos, no porque los malos se encojan y se apoderen de la pantalla. Hollywood facilita el mundo a los cinéfilos al afirmar que el mal lo generan los individuos, no las instituciones; mata al malo y el problema está resuelto.