Eventualmente, incluso se casan. Traicionó su propio código de frivolidad o libertad.
La película cuenta la historia de amor de Tomás y Tereza en el contexto de los hechos de 1968, y hay tomas que sitúan a los personajes en medio de disturbios contra los invasores rusos. Tereza se convierte en fotógrafa e intenta sacar fotos del levantamiento fuera del país. Finalmente los dos amantes se van de Praga a Ginebra, donde ya se fue Sabina, y luego Tomás retoma su relación sexual con Sabina, porque su filosofía, claro, es que el sexo no tiene nada que ver con el amor.
Abrumada por su decisión, Tereza intenta su propio experimento con el amor libre, pero no funciona porque su corazón no está construido de esa manera. Sabina, por su parte, conoce a un maestro llamado Franz que se enamora de ella con tanta urgencia que decide dejar a su esposa. ¿Puede aceptar este amor? ¿O está más apegada a la «ligereza del ser» que Tomas, quien le enseñó filosofía? En medio de la indecisión de Sabina, Teresa aparece en su puerta con una cámara. Ha sido invitada a tomar fotografías para una revista de moda y necesita que alguien pose desnuda. Sabina acepta y las dos mujeres se fotografían en una escena tan cuidadosamente coreografiada que se convierte en un ballet erótico.
En este punto de la película, me había sucedido una cosa curiosa, como espectador. Había comenzado a apreciar algunos de los ritmos de la vida de los personajes. La mayoría de las películas se mueven tan rápido y dependen tanto de la trama que tratan de eventos, no de vidas. «La insoportable levedad del ser» lleva el sentimiento de una profunda nostalgia, de un tiempo que ya no está presente, donde estas personas hacían estas cosas y esperaban la felicidad, y estaban atrapadas en hechos independientes de su propia voluntad.
Kaufman logra este efecto casi sin que parezca que lo intenta. Al principio, su película parece ser casi exclusivamente sobre sexo, pero luego notamos en innumerables tomas individuales y decisiones de cámara que no permite que su cámara se convierta en un voyeur. Hay mucha desnudez en la película pero no pornografía de calidad documental; la cámara no se demora, no se mueve para obtener la mejor vista ni disfruta del espectáculo de la desnudez. El resultado es una de las escenas de sexo más conmovedoras y casi tristes que jamás haya visto: sensual, sí, pero agridulce.