La figura más fascinante de «2nd Chance» está al frente y al centro desde el principio. Cuando vemos a Davis por primera vez en imágenes de archivo, se está disparando en el pecho para demostrar el poder protector del chaleco que ha diseñado. Es práctico mientras nos guía a través de este acto desgarrador; aprenderemos que lo ha hecho 192 veces en su vida.
Pero el residente de Michigan con anteojos no solo está obsesionado con las armas. También es showman y cineasta. Sus imágenes pulposas y de bajo presupuesto, que pretenden ser infomerciales glorificados para su antiguo negocio, Second Chance, se inspiran en el espíritu fanfarrón de «Dirty Harry» de maneras hilarantes y espantosas.
Lo que es consistente en toda su propaganda, independientemente del medio, es que el chaleco antibalas que creó salva el día. Al ver entrevistas más recientes con él, mientras se sienta en un cómodo sofá de cuero en su humilde sala de estar, se tiene la idea de que siente un auténtico orgullo por haber salvado la vida de cientos de policías. A pesar de toda la sombra que descubriremos sobre Davis en el futuro, hay algo serio y puro en el sentido del deber que lo define. O lo hizo, por un tiempo.
Y, sin embargo, toda su operación también estaba destinada a infundir miedo en los agentes de policía de que los delincuentes eran una amenaza incesante y que la única forma de mantenerse con vida era comprar más de su producto. En particular, el 11 de septiembre fue una bendición para su negocio, ya que le permitió expandir sus ventas más allá de los departamentos de policía individuales y hacia el ejército de los Estados Unidos más grande. El hecho de que se haya beneficiado tan vertiginosamente de tanta violencia y sufrimiento innecesarios lo convierte en una especie de ser humano abominable, un instinto que enmascara con un sentido del humor travieso y una personalidad aw-shucks.
