Después de que Franky se entera del abuso que sufrió Natasha y que le hizo querer evitar el sexo por el momento, responde con comprensión y amabilidad. Esto conduce a una escena maravillosa entre él y el padre de Natasha (Peter Outerbridge), quien le pregunta al niño sobre el tiempo que pasa con su hija. Estamos esperando que publique el estándar «¡Aléjate de mi hija!» despotrica, pero en cambio le informa a Franky con silenciosa urgencia que Natasha ha pasado por mucho y necesita ser tratada con el mayor cuidado. Esto sorprende a Ray, quien está sentado al otro lado de la mesa, listo para defender ferozmente a su hijo contra todos los ataques atroces. Es aquí donde recordamos el inmenso poder que MacLachlan obtiene de la quietud, que utilizó de manera brillante y con asombro en «Twin Peaks: The Return». Sin embargo, en «Giant Little Ones», el actor ofrece una de sus interpretaciones más conmovedoras y tiernas hasta la fecha, como un hombre cuya sexualidad sigue siendo un misterio para su ex esposa (Maria Bello), quien todavía piensa que su esposo acaba de decidir ser gay un día, y la dejé por otro hombre.
Cuando Franky finalmente decide visitar a Ray en su casa, después de tanto distanciamiento autoimpuesto, la conversación entre padre e hijo es, en muchos sentidos, el corazón de la película. La sabiduría ganada con esfuerzo que Ray comparte es tan esclarecedora y curativa como el monólogo de la figura paterna más agridulce de Michael Stuhlbarg en ‘Call Me By Your Name’, que anima a su hijo a prestar atención a lo que le atrae, teniendo en cuenta que «No importa cómo lo llames». La orgullosa amiga queer de Franky, Mouse (Niamh Wilson), se siente atraída por usar un strap-on debajo de sus jeans, y en la secuencia más divertida de la película, su curiosidad sexual la inspira a cuestionar a su novio desde hace mucho tiempo sobre sus genitales, lo que le da una especie de franqueza. . sino una exploración entrañable que avergüenza a las comedias sexuales de segundo grado.
Admito que me enamoré tanto de la película de Behrman que cuando llegó a una conclusión perfectamente dibujada, volviéndome negro en el momento adecuado, sentí ganas de aplaudir. No es una película que termine con una reunión artificial y asentimientos compartidos y significativos. Reconoce que es posible que algunos lazos desgastados nunca se remenden, al mismo tiempo que logra un nivel más profundo de satisfacción, lo que le permite a su héroe encontrar no solo el perdón a su alcance, sino también la autoaceptación. Imagino que muchos jóvenes sentirán que se les quita un peso tremendo después de ver esta película, ya que el estigma que limita su autoexpresión comienza a disolverse. Qué regalo.