Interpretado por el colaborador frecuente de Piñeiro, Muñoz es rápidamente un personaje intrigante, pero el guión de Piñeiro se siente ligero cuando magnifica lo que la hace interesante. Claramente está pasando por mucho, como traductora que lucha con un texto atemporal, hija de un padre al que no conoce, amiga de personas cuyas vidas están más reunidas en Buenos Aires y novia de un joven. en casa que no tiene idea de con qué neoyorquino (Keith Poulson) pasa tiempo íntimo. Pero estos atributos, explorados a través de piezas episódicas mal cocinadas que nos llevan de ida y vuelta en el tiempo y de Buenos Aires a Nueva York y viceversa, rara vez despiertan curiosidad, a pesar de la actuación enfocada de Muñoz. Incluso el contexto de Shakespeare en el que se encuentra, el texto literalmente proyectado en su rostro en algunos casos, se convierte en otro atributo que se siente listo para ser tomado o abandonado por el espectador.
Esta es la cuarta película de Piñeiro, lo cual es sorprendente ya que la película huele a un talento más verde que tiene muchas ideas pero no hay forma de hacerlas cohesivas. En cambio, si bien la película no es visualmente insulsa para una historia que se basa en gran medida en la ubicación y el diálogo, reúne diferentes cosas: una toma de presupuesto que a menudo pone ceros en las manos, una rotación de 360 planos amplios que observa a una persona a través de New York Park. Incluso hay un breve momento en el que nos vemos sometidos a la película estudiantil dirigida por la aventura perdida de Camila, un corte de cinco minutos de “Rebecca” de Daphné Du Maurier. Y cuando “Hermia & Helena” quiere ser delicada, como las imágenes de un puente de Nueva York superpuesto con el de la naturaleza argentina, utilizado como una transición visual lenta, resulta una obviedad a pesar de que ella es bonita a la vista. . Un tipo de línea de plata, Piñeiro demuestra ser un cineasta impredecible.
Tanto una investigación de las relaciones de Camila como un negocio independiente chillón, «Hermia & Helena» suaviza todo con su uso constante de las melodías ragtime de Scott Joplin. Pero quizás todo es demasiado reservado, como en una escena en la que entrevista a su padre, anticipada como un delicado clímax. En cambio, es una variedad de ritmos de actor, con una emoción muy real registrándose como la tercera o cuarta prioridad en el cine. “Hermia & Helena” presenta una anomalía única: es capaz de capturar la vida en su forma más discreta, pero aún logra ejemplificar el estilo en lugar de la sustancia.