Basada en la historia real de la familia que sobrevivió a una prueba similar, “On a Wing and a Prayer” sigue a Doug White (Dennis Quaid), un obediente esposo de Terri (Heather Graham), padre de sus dos hijas Maggie (Jessi Case) y Bailey (Abigail Rhyne), un hermano cariñoso de Jeff (Brett Rice), un amigable farmacéutico del vecindario, un piloto en ciernes y un orgulloso residente de Luisiana. Es un hombre de fe cuya religión se ve sacudida por la repentina muerte de su hermano. Buscando levantar el ánimo el domingo de Pascua, Terri convence al piloto de su próximo vuelo para que deje a Doug sentarse en el asiento del copiloto al frente. Son cielos azules hasta donde alcanza la vista, hasta que el piloto se desploma en su asiento, muerto. Ahora depende de Doug proteger a su familia y traerlos de regreso a la tierra con un poco de ayuda de la Intervención Divina y algunas llamadas de radio y teléfono oportunas para obtener el entrenamiento mundano que necesita para volar su avión.
McNamara, quien anteriormente se aventuró en las aguas de las películas religiosas con «Soul Surfer», reduce la premisa a ritmos y motivos familiares. El patriarca afligido que le da la espalda a Dios corrige el rumbo y vuelve a sus huellas religiosas cuando se enfrenta a la perdición. Un trabajador de la torre de control llamado Dan (Rocky Myers) lucha contra el alcohol y persigue mujeres hasta los eventos de ese día y se reforma mágicamente al anochecer. Una pareja en Connecticut, Kari (Jesse Metcalfe) y Ashley (Anna Enger Ritch) están en camino a una ruptura cuando, en cambio, se unen para evitar el desastre. No hay nada sorprendente o interesante en estas historias superficiales de una sola nota. Sabemos adónde van porque los diálogos del guionista Brian Egeston sobreexplican minuciosamente lo que sucede mientras lo vemos suceder, y porque algunos momentos de la película tienen toda la delicadeza visual y de actuación de una película de Hallmark Channel. Si te perdiste las señales anteriores, tal vez las pistas musicales obvias te ayuden: «Spirit in the Sky» acompaña el despegue, y luego se usa una versión de «Hallelujah» de Leonard Cohen en el clímax de la película.
Mis frustraciones con «On a Wing and a Prayer» van más allá de su guion simplista «1+1=2», efectos visuales baratos y cinematografía lista para cable. McNamara y Egeston no confían en que el suspenso de su historia funcione por sí solo, por lo que se agregan otros temas a la mezcla, como una tormenta sorpresa; una reacción alérgica al azar; y una precoz aspirante a aviadora llamada Donna (Raina Grey) y su despistada pero entusiasta amiga Buggy (Trayce Malachi), quienes pasan gran parte de su tiempo frente a la pantalla explicando la jerga de la torre de control aéreo y cómo lo están haciendo mal. Estos no son personajes; son dispositivos de narración en su forma más obvia y molesta. En un momento, mientras los niños están siguiendo el desastre potencial, Donna dice que quiere convertirse en piloto como su padre «Porque una vez después de la clase de ciencias, el Sr. Jones dijo que no podía». El momento se siente tremendamente simplista, como si los cineastas intentaran calzar a una chica interesada en los aviones porque el resto de las mujeres en el elenco están dispuestas a hacer el viaje.
