Hagit tiene un trabajo en la pequeña fábrica que hace dicho alimento básico, y el lugar no va muy bien. El propietario quiere cerrarlo, pero su ambicioso hijo Omri (Roy Assaf) quiere innovar; de todos modos, ella estará sin trabajo. Para evitar esto, Hagit le pide a su madre Sara (Assi Levy) que la lleve a una tienda de ropa, donde espera trabajar como costurera. Su discurso vacilante y sus modales incómodos significan que se va a poner el sombrero de copa, y obtiene una pequeña variación de eso, incluso de un colegial que le hace rebotar una pelota de fútbol y lo llama «raro».
Es peor que eso: Hagit y su madre están separados de otros miembros de la familia, incluido el hermano de Hagit, cuyo bebé una vez fue abandonado casi accidentalmente por su hermana. Omri continúa con Hagit un poco a espaldas de todos, insistiendo en que mantenga su relación en secreto (Omri también es menos que sincero con sus amigos, que son un agradable trío de vitelloni de pueblo pequeño de mente estrecha). Hagit está convencida de que está en la vía rápida para casarse con Omri, ya sea que la fábrica cierre o no.
Oy. Tantos detalles locales intrigantes y una caracterización aguda que el escritor / director Gilady aporta a esta historia concisa, la historia en sí retrata al hermoso y a menudo incomprensible Hagit que se decepciona una y otra vez. Es desgarrador. Entiendo que el espectador debe ser conquistado, y quizás inspirado, por la resistencia del personaje. Y aunque la renuencia de la película a darle a Hagit algún tipo de descanso, ya sea de cuento de hadas o de otro tipo, dice mucho de su compromiso con algún tipo de realismo, la descripción del fanatismo provincial contra las personas con discapacidades es, aunque probablemente exacta, simplemente deprimente. . La integridad de la producción y el brillo del desempeño de Rosenblatt son innegables. Y supongo que el hecho de que me afectó de la forma en que me afectaba «Wedding Doll» es testimonio de su eficacia emocional. Pero aunque Hagit es capaz de sonreír al final de la película, siento un velo envolverme cada vez que contemplo su situación o la de sus modelos de la vida real.