El título, vagamente traducido al inglés, es «Love’s a Bitch» y sus tres historias involucran perros que se vuelven tan importantes como los personajes humanos. La película comienza con una advertencia que promete que ningún animal sufrió daños durante la realización de la película. Este consejo suele aparecer al final de las películas, pero ponerlo primero en «Amores Perros» es sabio, ya que la primera secuencia implica peleas de perros y los tres serán dolorosos para el amante de los animales de corazón blando.
“Octavio y Susana”, el primer segmento, comienza con autos corriendo por las calles de la ciudad en una persecución y tiroteo. Las imágenes son tan rápidas y confusas que al principio no nos damos cuenta de que el cuerpo sangrante del asiento trasero pertenece a un perro. Se trata de Cofi, el querido animal de combate de Octavio (Gael García Bernal), un pobre joven enamorado indefenso de Susana (Vanessa Bauche), la novia de su siniestro hermano Ramiro (Marco Pérez). Los flashbacks muestran cómo le dispararon a Cofi después de matar a un perro campeón; ahora la persecución termina con un choque espectacular en una intersección, un choque que involucrará las tres historias de la película.
En el segundo segmento, «Daniel y Valeria», conocemos a un productor de televisión (Álvaro Guerrero) que ha abandonado a su familia para vivir con una bella joven modelo y actriz (Goya Toledo). Le alquiló un gran apartamento nuevo; La imagen de Valeria sonríe desde una valla publicitaria visible a través de una ventana. Pero luego su felicidad se estropea cuando el perrito de Valeria persigue una bala a través de un agujero en el suelo, desaparece bajo el suelo y no regresa. ¿Está perdido, atrapado o asustado? “Hay miles de ratas ahí fuera”, se lamenta Valeria a Daniel.
Descubrimos que Valeria estuvo involucrada en el accidente que inició la película; lo vemos esta vez desde una perspectiva diferente y, de hecho, es un shock cada vez que ocurre. Su pierna está gravemente herida y una complicación conduce a otra, mientras que el perro todavía olfatea bajo el suelo, a veces gimiendo lastimeramente, a veces en un silencio inquietante. Esta secuencia seguramente le debe algo al gran director español Luis Buñuel, quien realizó algunas de sus mejores películas en México, y cuya «Tristana» protagonizó a Catherine Deneuve como una belleza que pierde la pierna. El segmento es una especie de bufonada oscura, mórbida e irónica, ya que el romance se pone a prueba por la mutilación de la belleza y la frustración (conocida por todos los dueños de mascotas) de un perro que no vendrá cuando lo tengas.