Dreyfuss y su estilo son las dos mejores cosas de «Stakeout», una película que consiste en una buena idea rodeada de una mala. La buena idea es la premisa básica de la película: dos policías vigilan a una hermosa mujer cuyo exnovio es un peligroso preso fugitivo. Durante las largas y cansadas horas que la miran, uno de los policías se enamora. Encuentra un camino hacia su vida, dejando a su compañero varado al otro lado de la calle con los prismáticos.
Es la buena idea, concretada por la idea de que Dreyfuss y su socio (Emilio Estévez) se alternan con otros dos policías a los que no les agradan mucho. ¿Y si los otros policías vieran a Dreyfuss despertando en la cama con el sospechoso?
La mala idea de la película es que esta noción de tira cómica tiene que estar rodeada de un thriller violento. Las escenas iniciales de la película son abruptas y sangrientas, ya que el peligroso convicto (Aidan Quinn) escapa de la prisión y se dirige a un enfrentamiento con Dreyfuss y Estévez. Las escenas finales son otra mala idea, otra más de esas persecuciones y tiroteos rutinarios de Hollywood, con una pelea en un barco por si acaso.
Las dos partes de la película no van juntas. La violencia no coincide con el humor. El humor no puede evolucionar en un contexto de brutalidad. Y, sin embargo, hay un largo período central en la película en el que las cosas funcionan, cuando la relación entre Dreyfuss y la sospechosa (Madeleine Stowe) se vuelve interesante. Dreyfuss se hace pasar por un reparador de teléfonos, se enamora de sus teléfonos, se enamora de ella y, finalmente, comienza a investigar desde su habitación. Estévez está atascado con el papel esencialmente ingrato del tipo que tiene que esperar al otro lado de la calle y reaccionar ante todo, pero sus reacciones aportan mucho humor a la película.
Me gustó la relación entre Dreyfuss y Stowe, que interpreta a un latino obstinado, pero tal vez me hubiera gustado más si hubieran elegido a una actriz más divertida para el papel, tal vez María Conchita Alonso. Dado que probablemente el director John Badham probó a Alonso para este papel, me pregunto por qué no la eligió. Quizás porque tiene un buen humor incontenible y siempre parece divertirse con todo; tiene el mismo tipo de ángulo adicional que ofrece Dreyfuss. Quizás Badham temía que el buen humor jugara en contra de la violencia de sus escenas de apertura y cierre.
Pero todo esto es especulación. Todo lo que puedo decir es que «Stakeout» es un ejemplo de una película que habría sido mucho mejor si los realizadores hubieran estado preparados para confiar en las dimensiones humanas de sus personajes, para seguir a estas personas adonde los llevaran sus personalidades. En cambio, Badham contrata una póliza de seguro que agrega violencia a la cadena.
¿Qué es? ¿La corriente principal de Hollywood ha perdido tanto contacto con la simple naturaleza humana que no puede haber una película criminal sin que todos se queden impresionados?