Una película de policías se habría demorado en la acción. «Fuegos artificiales» solo revela gradualmente lo que sucedió, y al principio ni siquiera entendemos la fuente de las balas. La película no trata de acción, sino de consecuencias y estados de ánimo. Nishi deja la policía y nos enteramos, de repente, de que está profundamente endeudado con los usureros de Yakuza. ¿Cómo? ‘O’ ¿Qué? ¿Por qué? Sin importancia. Todas esas escenas que otras películas encuentran tan urgentes son barridas aquí. Cuando los coleccionistas de punk de Yakuza llegan a una tienda de fideos para intentar conseguir dinero de Nishi, él apuñala a uno en el globo ocular con una varita, tan repentinamente y con un golpe tan breve que apenas podemos creer lo que ven nuestros ojos.
Nishi se preocupa profundamente por su esposa, Miyuki (Kayoko Kishimoto), y quiere pasar tiempo con ella. Roba un banco para conseguir el efectivo necesario. Hacen cosas infantiles juntas, como jugar con la cometa de una niña que se encuentran en la playa. A veces se disuelven en risas. Pero cuando un extraño se burla de Miyuki por tratar de regar las flores muertas, Nishi lo golpea brutalmente. Y cuando llegan más coleccionistas de la Yakuza, Nishi explota de nuevo.
El esquema de la película es: Una vida ordinaria y relajada, salpicada de episodios de violencia brutales y clínicos. Nishi apenas habla (hay poco diálogo en la película) y su rostro casi no muestra expresión (aparentemente por las heridas de Kitano en un accidente de motocicleta). Es como una pizarra en blanco que absorbe los eventos de la película sin dar ninguna señal de que los haya grabado. Cuando ataca, no da ninguna advertencia; la palabra desencadenante incorrecta desata su rabia.
Así que Nishi es, supongo, un psicótico, un loco peligroso. Leer su comportamiento de manera diferente, como «proteger a su esposa», sería infantil. La gente sensata no se comporta así. Y su esposa, que apenas dice seis palabras en la película, y que no parece afectada por su brutal comportamiento, comparte la locura familiar. Pero ese no es realmente el punto: no es un estudio clínico, sino una síntesis de actitudes. En el universo bipolar de Kitano, eres feliz cuando el mundo te deja en paz y cuando no lo hace, contraatacas.