Pero no. Doc y Val primero deben buscar a otro tipo de pie, Hirsch (Arkin). Él era el ex conductor de su pandilla, ahora conectado a tanques de oxígeno en un hospital. Van a verlo, lo sacan del hospital y la trama proporciona razones por las que debe conducir para ellos una vez más. La mejor razón es que este es un punto de la trama obligatorio.
Así que todavía tenemos una escena de persecución. Y la película nos proporciona tramas secundarias que involucran a mujeres. Está la escena obligatoria del burdel, que se rige por la regla de que antes de que un hombre de pie mate a otro, primero tienen que vincularse con el sexo, como tributo a su antigua vida. La sobredosis de Viagra de Val provocó una tumescencia tan alarmante que lo llevaron de urgencia a la sala de emergencias. Uno pensaría que el burdel tendría medidas de primeros auxilios para tratar tal condición, pero no. Es un spoiler decirles que una de las enfermeras del hospital, Nina (Julianna Margulies), es la hija de Hirsch. Ella les dice que su padre está en otro hospital, lo que proporciona dos coincidencias por el precio de una. La otra mujer es Wendy (Lucy Punch), quien heredó el burdel de su madre, quien sin duda era la compañera atlética de Val, Doc y Hirsch cuando los chicos de pie no usaban Viagra y se levantaban por su cuenta.
¿Qué hacen los hombres de pie durante sus horas entre la reunión del hospital y la fecha límite de muerte? Recorre una serie de escenas diseñadas para permitir que estos tres actores icónicos se comporten e interactúen, que es lo que. Pacino, con una voz ronca de insistencia larga y baja. Walken, quien guía pacientemente a otros a través de la lógica de la situación maligna en la que los ha metido. Arkin, quien habla como locutor jugada por jugada durante un partido con Fate.
Por lo demás, así es como se ve la ciudad. Este no es un lugar para jóvenes emprendedores. Creemos que cada lugar debería tener una de esas placas azules de Londres, que informe al turista de cosas incalculables que han sucedido allí. Estos hombres se mueven por los monumentos de vidas tristes. No han perdido el don de la amarga diversión.