Ha llegado el momento del próximo siglo. Estados Unidos es una sociedad totalitaria. Schwarzenegger es un policía que vuela su propia cañonera y se le ordena disparar a los ciudadanos que se rebelan por comida. Al negarse a disparar contra civiles inocentes, es noqueado, encarcelado, acusado de cargos falsos y asignado a una colonia penal. Mientras tanto, la vida entra en la sociedad, adormecida por un régimen constante de noticias inventadas. Entonces, un día, Arnold y algunos amigos escapan de la colonia penal, y las imágenes de televisión de su escape captan la atención de la superestrella televisiva Dawson.
Las calificaciones de su programa son aparentemente bastante altas (se muestra en pantallas del tamaño de vallas publicitarias a los millones de personas desesperadas demasiado pobres para vivir en interiores). Pero Dawson los quiere aún más altos, y cuando ve a Schwarzenegger hacer una carrera rota frente a guardias estúpidos, decide que Schwarzenegger es el invitado perfecto para el programa, que consiste en criminales que tienen una oportunidad de libertad. Pueden derrotar a los pesados asesinos armados que son estrellas invitadas de la serie.
Esta es la premisa que configura la hora final de la película. Todo lo que olvidé fue la niña. Todas las películas como esta necesitan una niña, cuya función es ser arrastrada impotentemente detrás del héroe mientras intenta escapar. Al elegir a María Conchita Alonso para el papel, los realizadores obtuvieron más de lo que esperaban; sigue siendo una de las mentes intrépidas de Hollywood, una buena variedad cómica para Schwarzenegger.
El problema con la película es que todas las escenas de acción son versiones del mismo guión. El presentador de televisión Dawson presenta a un asesino y sus armas de marca registrada (descarga eléctrica, fuego, motosierras, etc.), luego Schwarzenegger se enfrenta a él en combate. El único elemento de la película que no es estándar y tiene energía es el programa de televisión en sí, con la actuación de Dawson como un presentador egoísta y sórdido.
Dawson interpreta a un personaje que siempre parece estar tres cuartas partes borracho, fuma tras bastidores en las sesiones de planificación y luego aparece ante las cámaras como un caldero de alegría fingida. Trabajando con la audiencia, aprovechando las risas y las lágrimas, él no es realmente muy diferente de la mayoría de los presentadores de programas de juegos reales, y esa es la broma privada de la película.