«Perfecto» aquí significa más que no tener fallas ni diferencias; también significa estar libre de las “tres s”: manchas, manchas y olores. En el mundo de Lou, los tipos de desgaste que resultan de jugar o, de hecho, de cualquier interacción, resultan en el castigo más severo: la lavadora.
Mientras Moxy y sus amigos exploran el mundo más grande, Lou envía tres muñecas convencionalmente bonitas pero desagradables para investigar Uglyville. Pasan la mayor parte del tiempo burlándose de su amor por Lou y haciendo comentarios agudos. Resulta que las muñecas que se ven «perfectas» pueden ser arrogantes y egoístas. Y aprendemos que la fea historia de la «U» mayúscula tiene una historia fea de la «u» minúscula.
Al igual que las muñecas, la película está destinada a preocuparse por la ternura, pero su apreciación por las diferencias individuales es tristemente superficial y sencilla. Peor aún, el talento vocal se elige más para cantar que para crear caracterizaciones distintivas, y aunque las canciones están bien producidas e interpretadas, son olvidables ya que apenas hacen avanzar la historia. La siempre bienvenida Wanda Sykes está aquí inquietantemente relegada a un papel de una nota como la versión de Betty Crocker con delantal UglyDoll de ‘¿No podemos quedarnos en casa?’.
«Uglydolls» lucha por mantener, y mucho menos promover, su mensaje sobre cómo nos gustaría ser desordenados y cómo nuestros defectos nos hacen quienes somos. La conclusión de la película parece sugerir a grandes rasgos que los niños solo pueden apreciar las muñecas que comparten sus imperfecciones, dejando en claro que algunos defectos, como este guión, pueden y deben corregirse.