Slaughter conoce a otros clientes, incluidos los ricos del Medio Oriente que la han mudado a un apartamento caro en Mayfair. Continúa trabajando en el Think Tank, donde no le preocupa que algunas personas sepan que está a la luz de la luna. Bulbeck se involucra en negociaciones delicadas que involucran un acuerdo de paz en el Medio Oriente y, por supuesto, la Rama Especial supervisa todas sus actividades. Él revisa a Slaughter y escucha sus momentos privados, y es como debería ser.
Lo que hace que “Half Moon Street” sea tan intrigante hasta ahora es la honestidad literal, casi casual, que se desarrolla entre los personajes Weaver y Caine. Sus sentimientos son claros, sus motivos son claros y, con los ojos bien abiertos, se enamoran.
Todo este aspecto de la película es esencialmente la contribución del director, Bob Swaim, y su coguionista, Edward Behr. En la novela original de Paul Theroux, Doctor Slaughter, Bulbeck era mayor y menos divertida, y Slaughter se sentía muy sola en el mundo que ella misma había creado. El amor que crece entre la joven brillante y el dulce hombre de mediana edad proporciona un tema que no estaba en la versión de Theroux, por lo que es una especie de shock cuando la trama vuelve a entrar.
La trama tiene que ver con la intriga de Oriente Medio, las redes de espías, los terroristas y los planes de sabotaje de la iniciativa de paz de Bulbeck. Y eso nos lleva a las secuencias finales de la película, en las que perdemos los encantos peculiares del creciente romance y terminamos en esos tópicos familiares de la película donde todo está ambientado en violencia. Dios, es aburrido tener que esperar a través de una serie de escenas obligatorias hasta que todas las personas adecuadas hayan sido asesinadas y la película pueda estar terminada.
La última escena de «Half Moon Street» es particularmente poco convincente, porque durante mucho tiempo esta película me pareció tan poco ortodoxa que esperaba un final difícil y realista en el que al menos una de las personas equivocadas sería asesinada. Sin suerte. Y tenía razón: la película es interesante principalmente por la interacción entre Weaver y Caine. Swaim merece crédito por la inteligencia y el ingenio de los primeros 80 o 90 minutos, pero también tiene que asumir la culpa del final, que es un abandono total de las convenciones genéricas.