Ahora viene «Back to the Beach», una sátira desagradable que se burla de Frankie, Annette y similares, pero lo hace con gran buen humor y con la total cooperación de las víctimas. Avalon y Funicello hacen un mejor trabajo de sátira que nadie.
La historia: Frankie y Annette se casaron y se mudaron a Ohio, donde Frankie vende autos en la televisión, montando una tabla de surf falsa con su disfraz de piel de tiburón, mientras Annette cocina un sinfín de comidas con sándwiches de mantequilla de maní. Tienen dos hijos: una hija que se mudó a Malibú y un hijo adolescente que es un punk, usa cuero, mueve su navaja y ataca sin piedad la loca banalidad de sus padres.
El niño (Demian Slade) casi se roba las primeras escenas de la película. Ha pintado graffitis en la chimenea de la sala, practica movimientos de kárate con el perro de la familia, y cuando Frankie y Annette intercambian clichés tontos, bromea: «Este es el tipo de conversación que escuchas en Kissers».
Los tres se dirigen a Hawái de vacaciones, pero se van a Malibú, donde Frankie se horroriza al saber que su hija se encadenó con un vagabundo en la playa (en las películas de fiestas en la playa, los sexos siempre estaban estrictamente separados a la hora de acostarse). Mientras tanto, él y Annette descubren que algunos miembros de la vieja pandilla todavía están en la playa, incluida la señorita Brillo de labios de 1962, Connie Stevens, que todavía luce regordeta.
Frankie coquetea con Connie. Annette hizo un puchero. Hay un choque entre surfistas limpios y surfistas punk. Hay una competencia de surf y Frankie está saliendo de su retiro para ganarla. Annette canta una canción de reggae. Frankie canta algunas canciones de rock. Connie Stevens también. Y en un momento, Pee-Wee Herman aparece de la nada, hace una versión virtuosa de «Surfin ‘Bird» y luego desaparece.
Todo esto suena como, supongo, el tipo de película que podría permitirse perderse, ya que un resumen de la trama solo sugiere los elementos de la película, no el estilo.