Incluso en Sundance, donde se estrenó la película a principios de este año, las imágenes de la mujer «La naranja mecánica» se encuentran con trajes inspirados en «Un picnic en Hanging Rock» de Alberto Valcárcel y el diseño futurista de «Alicia en el país de las maravillas» de Laia Colet. se encontraban entre las cualidades más llamativas de «Paradise Hills». Lamentablemente, estos son los mejores rasgos de la película. El impresionante elenco no es rival para el bloqueo incómodo y el diálogo forzado de la película. La colaboración de Waddington con el director de fotografía Josu Incchaustegui deja la cámara en lugares extraños, a veces demasiado lejos de sus sujetos o cortando de manera desigual a una de las actrices. Durante una escena de clase de yoga, Uma y Yu trabajan juntos como socios, y aunque Yu permanece dentro de la mayor parte del plan, Uma desaparece sin ceremonias. Este aspecto crudo se siente como una película apresurada destinada a los sábados por la tarde en el canal SyFy, no es algo que querremos ver una y otra vez.
El extraño mundo en el que se encuentran las niñas y las jóvenes está listo para ser explorado a través de la ciencia ficción. Las escenas escolares mezclan elementos de paranoia (y algunas señales luminosas) de “Suspiria”, un centro de reeducación que reafirma la hiperfeminidad como la de “Pero soy animadora”, la atmósfera de ensueño de “Picnic en Hanging Rock” y incluso un poco de lucha de clases entre los que tienen y los que no tienen, como en «Metrópolis». Aún así, de alguna manera, «Paradise Hills» falla su aterrizaje y no entiende muy bien cómo encajar todos estos elementos en el guión.
A pesar de los créditos de escritura compartidos entre Waddington, Brian DeLeeuw y Nacho Vigalondo, el guión es tosco y simplista. Los personajes explican lo que están haciendo, en lugar de simplemente hacerlo. La trama casi no tiene sorpresas hasta el final. Gran parte del diálogo es incómodo y con un ritmo inestable, casi hasta niveles extravagantes de mala entrega, pero sin ningún grado de diversión. El montaje de Guillermo de la Cal aporta poco relieve, ya que muchos cortes perduran un segundo o más tarde, neutralizando cualquier sentido del ritmo entre exposición y acción. La música futurista de Lucas Vidal va bien, pero espero que no sea el hombre detrás de las canciones que cantaron Roberts, Jovovich y González porque son tiempos terribles.